Han pasado los días desde ese cigarrillo. He dejado pasar el tiempo de forma deliberada para poder escribir y compartir algunas inquietudes. Tan sólo un cigarrillo...una muleta transitoria. Quería salir a pasear sola. Dejaría en casa a mi perra Lola. En ese paseo debía hacer el recorrido sola. Caminar y caminar, pero se trataba de un camino, de un recorrido interior.
El humo de un cigarrillo: tan sólo...una muleta¡¡¡.
Todo había sucedido el día anterior y el escenario no podía ser otro que ese lugar llamado Campamento y que no es otro que los sótanos de un Cap de provincias...la URGENCIA.
Efectivamente: en el Servicio de Urgencias en ocasiones también atendemos urgencias. Se trataba de una urgencia vital. La sala de espera estaba llena de pacientes que esperaban un promedio de dos horas para ser atendidos.
Alguien daba un grito desde el exterior: una inconsciente¡¡¡
Puede que todos nosotros, incluídos todos aquellos que esperaban en la sala, fuéramos inconscientes de lo que precisamente ocurriría segundos después.
Pero nuestra inconsciencia, la de aquellos que salimos disparados hacia un coche, se transformó en dura consciencia de forma brutal. En terminos vulgares y muy coloquiales nos dijimos en código secreto y sin palabras, tan sólo con miradas...aquello no pintaba, ni pintaría nada bien¡¡¡.
Una mujer se había desplomado en el transcurso de un acto público. Su propio marido nos la traía en su propio vehículo solicitando nuestra ayuda.
Todo transcurrió como en un juego de Tetrix: las piezas iban encajando, algunos incluso haciendo mucho más de lo que les corresponde. En ocasiones algunas personas llevan debajo de su bata un traje azul con una S en el pecho, aunque ningún jefe se percate de dicha circunstancia.
Aquella mujer salió viva de la Urgencia, pero todos intuíamos que el futuro, su futuro... no sólo sería incierto, también sería duro.
A la mañana siguiente: ella dejaría de ir a su trabajo, ya no volvería a su hogar, no abrazaría a su marido ni a sus hijos, pero sí daría vida a otras vidas.
Pasé esa semana ordenando armarios, tirando todo lo viejo, tirando todo aquello superfluo y puede que ordenando mi cerebro.
Son muchas las imágenes que me vienen de aquellos momentos de tensión, de pura adrenalina, de abrazos entre compañeros por el trabajo bien hecho y tampoco tengo para olvidar unas palabras de un paciente solidario que esperaba su turno en la sala...
-Por favor señor, apártese que entran nuestros compañeros de la ambulancia medicalizada y necesitan espacio para la camilla y es urgente el traslado, le dije.
-Váyase a la mierda señoraaaa, llevo dos horas aquí esperando...me respondió.
Es tranquilizador saber que si bien algunas personas llevan en su pecho una S de superwoman o de superman, otras personas llevan su pecho lleno de un "sólo YO". Muy tranquilizador¡¡¡.
Ahora... todos los que allí estábamos en aquellos duros momentos, somos un poco más conscientes de que la idea de vivir cada día con la misma intensidad que si fuera nuestro último día, no es una idea sacada de una chistera o de un manual de autoayuda.
De lo que no estoy muy segura es que si me vuelven a mandar a la mierda de esa manera me muerda la lengua...
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